ALVARO J. MARQUEZ

SIN DARNOS CUENTA

Amar para nosotros era vernos,
era abrazarnos muy fuerte y mantenernos
pese a muchas cosas muy juntos,
era coleccionar los recuerdos
y estar siempre de acuerdo
y coincidir en todos los puntos.

Era reírnos de buena gana
por saber que en un mañana
siempre podríamos amarnos,
era olvidar nuestras edades
y decirnos las verdades
sin llegar a lastimarnos.

Sin embargo, una tarde
yo me sentí cobarde
para poder confesarte
que había cambiado mi suerte,
que ya no tenía deseos de tenerte
ni moría por besarte.

Pero nunca sospeché, te lo juro,
en medio del dolor más duro
que me arrastraba al abismo
por la frustración tan grande que sentí,
que dejaría de amarte y que a ti
¡te estaba pasando lo mismo!

De un día para el otro todo cambió
y de pronto ya ni tú ni yo
sentíamos las mismas ansias,
tan sólo habían vacíos inmensos,
ya nada importaba el silencio
ni las ignotas distancias.

Ni para quién escribíamos
ni saber si lo que decíamos
lo decíamos sólo por decirlo,
nos preguntábamos con dolor
por qué ese momento de amor
ya no queríamos vivirlo.

Por qué ya no pasaba nada,
no había luz en tu mirada
y yo prefería estar callado
y sin poderlo explicar,
preferíamos estar
cada uno por su lado.

Pienso que a lo mejor
no era en verdad amor
la pasión que nos consumía
y ahora en mi pesadumbre,
te digo que si no era costumbre
yo no sé lo que sería.

Creo que la rutina
destruyó la medicina
que evitaba nuestro mal,
ahora no valen sonrisas ni mimos,
porque aquello que sentimos
nunca volverá a ser igual.

Piensa que he muerto aunque sea triste,
que yo aunque sepa que no moriste
voy a considerarte perdida.
Prometo resignarme y aceptar así,
el no volver a tenerte junto a mí
nunca más en la vida.