La espuma besa tu rodilla
con caracolas desnudas.
La sombrilla amarilla
reposa en la orilla,
en la arena clavada,
bajo el faro de la luna
y al pie de dunas doradas.
Gaviotas cortan el viento,
sus albas alas llenas de sol,
y nubes salobres de besos
que el mar despidió al cantar,
y tus mejillas rojizas besó,
al verte con ellas girar.
Los besos queman tu cuerpo
como en la piel la aguaviva.
El mar de ti sediento
se ilumina con noctilucas,
la noche se vuelve día,
la sal, besos de azúcar.
—Felicio Flores.