Norberto Osvaldo Algarin

La morisco-argentina

La morisco-argentina, tan hermosa, tan linda, 
la que mira y suscita el verso más sonoro,
su más cálido encanto: su sonrisa de oro, 
a la moderna lira de epinicios le brinda,

que el azul paroxismo de Píndaros deslinda
así como exubera la alegría del moro,
que en la marmórea Alhambra, su secreto tesoro,
espera por sus labios de fresa, rosa y guinda.

Con faustos de gobierno desciende la montaña, 
y, medio bizantina, va ornada de laureles 
la morisco-argentina, flor hermosa y extraña, 

cuyos labios conforman detonantes claveles;
quien a América trajo locas zambras de España 
y de Himetos antiguos alabastros y mieles.