Mariela Briceño Fuentes🦄

EL ÚLTIMO TREN.

Eché las miradas del mundo en una mochila. Guardé siete lunas y mil estrellas para el camino y dejé la casa vacía.

Abandoné, el cómo y el después en el buzón de la vida.

Planté una rosa en los jardines del silencio y lavé mis culpas, en la orilla del río. 

Busqué, el nombre de un planeta. 

Me vestí con la voz del poéta, usé la noche de almohada y me dí a la fuga, ¡una octava!

Y dejando las puetas de mi destino abiertas, colgué mis penas, en las ramas de un roble. Y le dí un puntapié al cosmo.

Me robe los planes del universo, las fórmulas del futuro, la enésima potencia del sol y sus relojes de arena.

Me llevé la sonrrisa del firmamento y puse los espejos del alba, en mi portal. ¡Miré por la ventana! y me tropecé dos veces con el trampeador de versos.

Y conjugué las pasiones de una era. Las vi llegar por la vereda. La primera cruzó a la izquiera y la segunda se fue por la derecha.

¡Ambas resbalaron y cayeron!, perdieron la cabeza. Una hablaba de paz y la otra de guerra y se dividieron las vías del tren de extremo a extremo.

Y nadie las vió, nadie se detuvo a pensar en ellas. Nadie pudo ver lo rápido que se pasearon las nubes por sus cielos.

Yo puedo recordarlas, despidiendo paisajes,  abrazando alegrias, sacudiendo el polvo de los años y bailando con todos los Ismos.

Pero no fueron felices para siempre, en la salud y en la enfermedad, ¡Mintieron!. Alienaron su presente, saquearon su pasado y empeñaron su futuro.

Y caminaron en cunclillas con dirección y estilo, pero ¡harta de mirar quedé!, el pensador se perdió en la aldea, el predador no escribe, pero enrolla y desenrrolla la treta. 

Y los fantasmas, escriben pero no saludan, no contestan, no pasan mensajes, ni regalan indulgencias.

mbf.vicsof/sa19621:726pm.