Eduh Siqueiros

Dos seres que se fusionan más allá de todo y de todos

Los sueños se forjan al unir el encanto de los manantiales fervientes al contacto de nuestros labios.
Con el recorrido mutuo que hacemos sobre nuestras pieles mezcladas, rebasamos las limitantes del desconcertante tiempo, desvanecemos las brumas del parco entendimiento, apaciguamos los vendavales del alma díscola que rigen nuestras integridades aproximadas.
Nos hemos reconocido desde que nos encontramos por primera vez, nuestros labios sabían de memoria los rincones de nuestros cuerpos.
Las sonrisas han florecido al remontarse el alba y los suspiros se elevan en impetuosas oraciones hasta los cielos, por las marcas eternas que llevamos dentro.
Yo ya sabía de ti y tú de mí, sin habernos visto jamás y en este hoy eterno nuestros sueños se han conjuntado, se han unido nuestras tristezas, se han unificado nuestros llantos, y nuestras expresiones de amor y dolor hacen el amor con sublime locura.
La sed que nos gobierna es cada vez más insaciable y buscamos desesperadamente eternizarnos.
En la proximidad de nuestros cuerpos, la brisa de nuestro lecho es aval que nos tomaremos de la mano cuando arribe el astro rey y lo mismo cuando los cielos se pinten de sombras.
Entre gritos nos poseemos porque en este enérgico frenesí sabemos que la pasión es de dos seres que se fusionan más allá de todo y de todos y se internan en la inmensidad del amor infinito. Ahora somos: tú y yo, en unidad, porque te quiero bien, porque me quieres bonito.