Poemas de Pepita Fernández

Las letras de tu nombre(relato breve)

   Esta mañana miré por la ventana y tuve ese impulso, saldría muy temprano  a disfrutar del parque.  Mientras caminaba distraída, algo confusa, sintiendo aquello tan nuestro y tan ajeno las letras de tu nombre me salieron al encuentro. Respiré el eco que dejaban en mi cuerpo, vi tu rostro en cada uno de los caminantes, tu sonrisa en cascada se había posado en mis hombros. Entonces, apuré mis pasos como  queriendo huir de todo, de vos, de mí…

   Le pedí tranquilidad a mis pensamientos y busqué algún cielo sin llanto en la memoria. Era uno de esos días en que hasta la nostalgia parecía  algo extraño y  al mirar mis manos  llenas de caricias entre las que  danzaban las letras de tu nombre, tuve temor. ¿Qué busco o de qué quiero escapar?

   No le temo a las mareas del amor pero sí a los huracanes  de la soledad. ¿Dónde estás  amor querido?

   Los aromas giraban en mi entorno y las letras de tu nombre empezaron a aturdirme. Y aquellos pájaros, que  fueran nuestros testigos,  no estaban o hacían silencio a mi paso.  El cielo parecía un país tan extenso, ese que por momentos, juntos pudimos abrazarlo, hoy estaba como una pintura de postal fría.

   Los árboles cubrían, con las sombras de sus ramas infinitas, a la tierra sedienta y el desgano casi detuvo mi andar, lentamente se movían mis pies , recordando... ¿Recuerdas cuando me decías que  el sol  abría las flores con solo besarlas y que tú eras el sol y yo un jardín abierto?

  No sé por qué, la ausencia cobra presencia para sacudir cada instante que marca ese reloj que, yo imagino fantasmal, que no se lo ve pero, vive en nuestras espaldas…¡Ay  amor….cuando  decíamos que, hablar de la eternidad  era lo mismo que, hablar de   nuestro amor!

   De repente, el sol parecía que quiso burlarse  de nuestro parque, porque empezó a llover y el agua del cielo, como cortina de harapos, enmudeció aquella magia que alguna vez vivimos.

    Yo miraba todo corriendo en círculos, buscándote, pero no te encontré.

    Después volví a casa, tal vez queriendo encontrar alguna respuesta en la desazón de mi soledad. Entré a mi cuarto y busqué tus cartas, de hacía dos o tres años, tomé la última y  al leer de nuevo encontré que  me decías, “búscame en tu piel, porque escribiré  mis versos en ella, búscame  en el poema  que te inspiro en esos lugares que tan  nuestros fueran, búscame  en aquella esperanza que nos sostiene, búscame   en la música que disfrutamos juntos, búscame en la plegaria, en el beso que te recorriera tanta veces…..Estoy junto a ti…”

    Por eso hoy… escribo este relato,  porque sé dónde buscarte. Y las letras de tu nombre forman figuras en mi piel,  otra vez.