Eduh Siqueiros

Entre estremecimientos y enajenamientos

Desde tus ojos que devoran al mundo con tu ternura como la fuerza imantada que atrae los brillos del silencio hacia el templo de tus pensamientos.
Desde tus labios suaves que irguen el ímpetu de mi interior como el seísmo que agita el fastuoso atavío de las colinas.
Desde tus manos inmaculadas que destilan silencios elocuentes como una expresión de amor y dolor en el rostro de la noche.
Desde tus dorso apasionante que llena de dulzor a mis reconcomios fuliginosos como el bálsamo sobre la herida del río que con sigilo se proscribe hacia los océanos.
Desde tu vientre cálido y tus senos confortables y tu cuello perfumado y tu entrepierna embebida que entre estremecimientos y enajenamientos incitan los clamores de mis entrañas como la deyección de los planetas que descargan su centro líquido.
Desde tu cuerpo misterioso que me abraza al alma como un manto sobre la osamenta de un guardián caído.
Desde tu integridad, tu ser, tu totalidad…, emerge la certeza de mi entrega; me entrego a ti, mujer, porque te quiero bien, porque me quieres bonito.