Fátima Aranda

Ayeo de Soleares

Ni me quieres ni me dejas. 
Dime que tengo que hacerte 
para romper las cadenas 
de esta celda que me envuelve.

No vengas más a mi puerta 
que te tengo \"conocío\"
y ya no la dejo abierta.

Si me sorprende la luna,
si la noche me entretiene,
a mí no me eches la culpa
de dormirme en los laureles.

No se qué tiene la luna 
que mece tan dulcemente, 
que me duermo en su cintura.

Dale sombra a la celinda
y agua pal limonero,
que no se quede esta tierra 
a merced del viento seco.

Cuéntale al Viento del Este
que pasas cada mañana
por mi ventana pa verme.

Ay del verde del olivo.
Ay del turquesa del mar.
Ay de los ojos del niño 
que a mí me quiere robar.

Tranca la puerta, rocío,
que está despuntando el día 
y el clavel aún no ha dormío.

Siempre que voy a tu casa
me quedo de pie en la puerta,
que tu madre no me quiere
por no ser de su ralea.

Dile que no nos gobierna,
que el amor no hay quien lo pare
cuando el corazón se prenda.

Las olas vienen contando 
que si pisas en la arena
la playa sueña el recuerdo 
del sonido de tus huellas.

Las olas traen los suspiros 
de los pasos de otra orilla
que se quedaron dormidos.

Suenan fuerte las campanas,
pero si escuchas atento, 
en medio de su tañer
se oyen las voces del viento.

Viento, calla el gemido,
que ya está quebrando el alba
y despiertas al olivo.