Hiver

Al final del viaje

Al final del viaje

 

Voy hacia el final de este viaje amor

y todo lo que ame un día ….

el pan sereno en la mirada,

el canto del piden en el rosario de la tarde,

el mar que se desliza por la mejilla

de una abeja…

se fueron apagando entre el odio y la metralla.

 

Los fusiles ya no disparan versos.

Los relojes se han marchado

de los cuadros de Dalí…

 

Ya no hay tiempo amor…

 

 Las plegarias han destrozado sus rodillas

sobre las adargas de sus preses.

 Un caballo se abre de un soplido intacto

y en su tacto los metales, buscan un hueco

entre los labios de la carne…

 

Todo estaba en el reverso de los sellos.

En la obra imperfecta de los primeros días.

 

Alguien esta aserrando las estrellas.

Alguien esta injertando puñales

en su puñado de residencia.

 

La tierra va gateando por el cielo,

como un cobarde buscando las trincheras.

 

Como revertir los ojos del tacto.

Como mirar de frente el dolor,

así como el ciego mira su alma.

 

Quien podrá escuchar al viejo silabario

balbucear sus primeras palabras,

o los pequeños pies …

como almejitas de rosas,

dialogar por primera vez con la tierra.

 

Hay un odio, como de un mundo lejano.

Hay un rencor asonante en las líneas de las manos.

 

Un extraño cabalga en el arpa de nuestros huesos.

Ya no hay tiempo amor…

 

Por eso suelta  las amarras de tus miedos…y ven;

ven a perforar mi muerte con la punta de tus senos.

Deslízate esta noche por mi vientre,

así como el ataúd por el pubis de la tierra.

Que nuestra guerra no sea más que eso…

Que los puñales no sean más que nuestras lenguas,

encorvadas mas allá de las gargantas.

Nuestros labios serán una sola planta.

Tus caderas un escorpión al centro de mi hoguera.

Despertemos nuestros sueños para seguir soñando.

 

Yo se que un día los cañones golpearan mi puerta

y una sombra se maquillaran con mi sangre.

Por eso, ven ahora amor…

Quiero prepararme como un buen soldado

y confesarme en cada una de tus bocas,

antes de nuestra próxima batalla.

 

Que estalle la mañana sobre nuestros cuerpos,

como estalla el polen en las antenas de las rosas.

Sonrojemos al dios de la lujuria.

Fracturemos de golondrinas el aire,

hasta que nuestras piernas sean acuáticas

sendas de caracoles…

…flamas viscosas, repartidas en ampos

de líquidos luminosos…

 

Este es nuestro tiempo exacto y divino.

 

Quisiera tener otra boca,

para devorarme tus dos pechos con un solo beso.

Otra piel para cocerte con alfileres de sudor,

a las retinas de mis lagrimas.

 

No te detengas en la antesala de la calma;

en la balsa que arrastra los confines.

Esta es nuestra hora celeste.

 

Desarmemos la trágica armonía de las cosas

y que al final del viaje…

no seamos más que un bagaje sin sustancia,

solo un puño levantado

en la leve rotación de las esferas

y en el sonámbulo viraje de las almas.

 

 

 

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