Mariela Briceño Fuentes🦄

Me dijeron.

¡Publica un libro y serás poeta!

¡Me reí del poeta!

Crucé el río y en la banca de una plaza cercana escuché las hojas secas de un viejo árbol caer y junto a ellas, las historias del tiempo, del día y la noche morían todas juntas. 

¡Que esperabas de mí, poeta!

Construí mil versos abrazados al alba y besé el rocío de mis mañanas, apretando las horas punzantes contra mi pecho. Atrapé a las estrellas mirando como se nublan los cielos bajo la lluvia.

Y mientras caminaba descalza por los fríos bosques de la vida, cubrí de lágrimas las lunas que me acarician y los lamentos que se ahogan en mi garganta.

¡Que pensabas de mi, poeta!

No hay un centimo de alegría en mis letras, ni una canción de amor como receta. Y no quiero tus heridas, tampoco tus cicatrices.

Yo tengo las heridas del mundo abiertas y sangrantes, por todo mi cuerpo. Y de trofeo traigo sobre mi espalda, las espinas de mis fronteras. Y llevo el llanto de un niño grabado en mis memorias y cualquiera sea su nombre. 

¡No se asuste, poeta!

No quiero sus compromisos, tampoco el cometa que me haga volar por los aires de su grandeza. No quiero premios, ni risas, ni aplausos.

¡No me retrates poeta! 

Porque tengo  el alma preñada de versos tristes y universales y con cada luz que se enciende, alguna sombra aparece matando la fe y la esperanza. ¡lo siento por tí, poeta! Pero no cambio la piel de mi alma, ni por fama, ni por fortuna.

Mbf@vicsof/29521/1am.