Tania Maria

SOLO NOSOTROS (PARTE I)

El tiempo se detuvo, nos miramos al rostro sabíamos que no podríamos mostrarlo al mundo, que iba a ser la única y última vez. Lentamente permitiendo expresar y dar su lugar y paso a esas emociones, sentimientos que no nos eran ocultas y nos dejamos llevar por el deseo, por esa sed, esa necesidad con total libertad, lejos de atavismos, como rio en cauce, volcán en erupción pero tal cómo la orilla al mar, esa brisa fresca que sentíamos, de destaparnos el alma con nuestros cuerpos y sentidos a flor de piel.

Lentamente nos dimos cada alma tocando los escalofríos, esa tibieza cálida de nuestros cuerpos, empezamos a desaparecer en uno sólo, tal cómo la noche va dando paso a la luz del día, dulcísimo sueño en el que besando cada parte de nuestra silueta, al compás del baile, callados y gritando los ecos del interior, nos abrimos a esa selva prohibida…

Cada torrente, en cada beso, en esas montañas y cuevas, mirándonos fijamente a los ojos, desprendiendo nuestras ropas, con esa humedad cada vez más ostensible nos dejamos empapar, tal cómo si saliéramos de esa jaula libres como aves en pleno vuelo, uniéndonos en uno sólo como rojo al clavel, pidiendo más y más cada vez, sin mirar hacia atrás, en ese éxtasis único de vida.