Anagracia

MARÍA MADRE DE LA IGLESIA

Arropados en su Manto

levantamos  nuestros rostros

y hacia Ella nos dirigimos

y los corazones abrimos

 

Tesoros de los humanos

que tienen muchos defectos

a Ella le importa solo

lo que tienen de amorosos.

 

En su corazón de Madre

están todos los nombres

de aquellos que al seguirle

quieren con rosas vestirle.

 

Cumplida misión materna

en la espera del Espíritu

vigilas las horas santas

recitas las alabanzas

 

Y en el cenit de la noche

irrumpe Quien  todo Envuelve

los corazones se mueven

y las horas se detienen.

 

Llegó el Espíritu Divino

Llegó por fin el Amado

que en la noche nos ha dado

lo mejor de su legado.

 

Y la Madre ya reposa

la que siempre fue su Esposa

y en un abrazo es cobijo

para los que son sus hijos.