Esa presencia de ángel desorienta,
siembra sonrisas en la madera
que pinta un amanecer de tormentas,
con la sal asomada por la verja.
Cuánta turbulencia atrapada en cristales
de futuros hijos, de sueños, de carnes,
que pisan a diario en sombras de teja.
En estos días de tan violenta lluvia,
el frío consume a base de silencio,
escrito en vendavales, en deshielos,
en nubes, en raudas gotas rotas,
y el único beso posible se extravía
en la enorme paz de sus manos tibias.
Luego cae un derrumbe... y se calla la vida.
Martin Blythe
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