Nuestros vientres en contacto, nuestras pulsaciones sincronizadas, nuestros alientos intercambiados, nuestros labios embriagados, nuestros humores mezclados…, tú y yo en proximidad, en un estado sin tiempo ni espacio degustando un poco de eternidad. Entrega trascendental.
Desintegración de nuestra materia en corpúsculos proactivos dentro de la circunscripción del éter de nuestros centros de energía, en el acto etéreo de nuestra conjunción para la reconstrucción de un nuevo ser unitario desde nuestros átomos combinados, trocándonos con esta aleación supranatural en una sola integridad indestructible.