#Nauro Torres

El beso robado

 

Fue una noche con llena luna

de una navidad del sesenta,

que probé por primera vez

un beso con sabor

y aroma de una mujer.

 

Fue por el camino real

jugando los aguinaldos;

temblaba como una rama

con los vientos de agosto.

 

Fue la paga por ganar

un beso robado

en el juego de aguinaldos.

 

Como fue un beso robado,

el deleite fue minúsculo

pero el sabor a pomarrosa

y el olor a guayaba

persisten, así yo quiera,

solazarme con besos legales.

 

He intentado olvidar

porque robar es pecado

pero el gusto y el olfato

me mantienen enviciado.

 

Una vez intenté

besar a ojos cerrados

pero la luz de la luna

me trasladaron al pasado

aunque eran besos legales

no cataban ni olían a los robados.

 

Tocará besar de día

así sea imaginados

pues la distancia social

nos los tiene vedados.

 

Un beso sin gustillo y perfume,

insulso y desaborido

sea legal o robado;

es un displicente besuqueo

que con un suspiro se olvida

rebuscando en otra manceba.

 

Después no digan las doncellas

porque no apresan un amor;

la vida es un aguinaldo,

sin preguntar, pero responder;

no hay gardenias sin aromas

y piña sin sabor.