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Fue en ese instante cuándo ella le preguntó ¿Puedes darme algo que me ayude a dormir para siempre? 

Mirándola con pena sacó de su túnica un objetó metálico y afilado, finamente tallado en oro, se lo entregó y finalmente en su lecho de muerte la niña dijo con una sonrisa en su rostro \"Ya puedo sentir la muerte correr por mis venas\"