El ser humano siempre busca de sus actos la justificación,
en cada momento exhibe una excusa más que suficiente,
no importa que los demás estén exigiendo su abdicación,
ese enorme ego le hace pensar que su labor es eficiente.
Es casi imposible que proponga como su pena el patíbulo,
esgrimirá sus infalibles dotes de abogado experimentado,
dirá que estaba drogado y fue transportado al prostíbulo,
es imposible que por el delito cometido sea atormentado.
Eso de no se puede ser juez y parte, una verdad infalible,
es indispensable preservar la vida sin importar el precio,
aducirá que el mensaje enviado estaba realmente ilegible
y las personas heridas mostraban en su actitud desprecio.
Dios será el único verdadero juez de este cosmos inmenso,
su condición divina elimina todas las humanas restricciones,
su tiempo siempre es presente, carece de fin y de comienzo,
el veredicto será perfecto, luego no tendrá contradicciones.
Jaime Muñoz, mayo 13 de 2021