Bogart

Esperanza de primavera

Me has dejado de buscar. Han sido días en los que espero cualquier atisbo tuyo que busque complacerse con mi respuesta. Pero ha sido una espera vana. 

El otro dia te vi en camino hacia un destino, con la música que te hace festejar tu existencia. Se atravesó repentinamente la ensoñación posible de que ese destino era yo, que viajabas y recorrías esos kilómetros que nos separan para extinguirlos a cada vuelta de rueda hasta llegar a mi. La sola idea me llenó de ávida alegría y se condensó de inmediato en una fría y polar sensación en el estómago y las manos. 

Pero pasaron las horas con el sol cruzando el cielo. Mis ansias encontraron calma en el transcurso de la espera. Y al final no llegaste. Otra vez había recurrido el hábito de la mente que expecta un porvenir colorido y que configura un anhelo que sólo existe para dar lugar a una fantasía acogedora. 

Más tarde, con la claridad obligada a la que conduce la razón apuñalante y certera, reafirmé que no hay más ningún interés que nos obligue a disfrutar de esos menesteres que hace tiempo constituyeron los más idílicos vaivenes en los que me discurría. Al menos yo.

Pero debo reconocer que muy en el fondo persiste como basilisco un deseo por recuperar esos esos que me mantuvieron vivo y vibrante. ¿Volverán?

Lo mejor es pensar y decir que no.