Pescado Rabioso

Poema a Dúo (diálogo)

Pacto del aire, el caracol viajero despereza sus tentaciones diarias. Se guarda en el vientre todo un brote enardecido. Los costales de hierba, los caminos, los últimos elefantes de la niebla o el frío.

Entre un verde de agujas oprimidas por la madera azul flotante en la cosmogonía. Y el vino? Lo habremos olvidado entre las tardes del otoño. Y como un frutal lleno de peces, abrimos los dedos por las sílabas para dejarnos en la monotonía. Los testamentos, los juicios, los pecadores, los mendigos. En la mediocridad, trepamos al finito, avergonzamos por nuestro ombligo marioneta.

Pero alguna vez, atraídos por el sonido nupcial de una paloma, recobramos el ritmo del galope o el llanto. Instalaremos un solar en la luna y alunaremos, compraremos una metralla para el aire y bombardearemos todas las cornisas. Elevados por el óvalo de la danza, entre soñando latitudes verdaderas como lluvia, un caracol vuelve a cantarnos la garganta. Gritar, es el lema no existente.

Volcar las uñas hacia el vino y ver partir las murallas preñadas de nosotros. Fantasmas gladiadores o solitarias llamas nos circundan. Poner bocas en los soles, vibrar en todos los caballos del apocalipsis. Velas, velas de arenisca nos irán matando lentamente. Reventar los pétalos, disgregar el átomo, encajar las metáforas como clavos en el vino.

Yo, es otro?