Alberto Escobar

Aurora

 

Si te obliga a mirar
es que tiene Aurora. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su alegría, su vitalidad infinita,
inacabable, su mente...
Su cerebro, hervidero de neuronas
en continuo trasiego; es encender 
un interruptor de su alma y prenderse
toda la bóveda celeste.
Es vida, vívida fenomenología,
es brillantez, interconexión trepidante,
es ganas de vivir, de seguir viviendo,
de querer asomarse a una ventana
que florece, el parque naciendo,
la luz del sol que pasa del rosa palo
al blanco intenso, abrasante,
deslumbrante, como ella. 
Es sentada, son los cascos 
que circundan el castaño
de su pelo, es energía, vida...
Paso siempre, a cada descanso,
el escaso instante que a cada hora
se me permite; la saludo a las cuatro,
la vuelvo a saludar a las cinco,
la toco al pasar —no puedo evitarlo—,
me invento excusas para conectarme
a ella, para que mis dedos cual clavijas
entren en su poros, parasitando,
ávido de su eléctrico estar vivo. 
Es engancharse, es depender
de esa endorfina que me extrae
con su estar, con su reír...