En medio de la tarde, en la penumbra,
con mi cuerpo desnudo entre tus brazos,
descubrí tu mirada.
Aquellos ojos tuyos,
claros y transparentes,
con pupilas como olas de cálidos susurros.
Ojos profundos,
de grises y matices,
que percibo fecundos
y cambiantes.
Contemplando tus ojos en silencio,
moviéndome en la sombra sigilosa
me fui perdiendo en ellos,
y en su ternura poderosa.
Ojos grises,
que en medio de extrañas cicatrices .
Siguen tejiendo sueños.
Intento comprender sin pretensiones,
la estructura de aquello que un día fuiste,
y aquella que edificas y construyes
con esa tu espartana valentía.
De pronto;
como el rugir creciente,
del cauce de un río de aguas caudalosas,
veo brotes verdes en tus pupilas,
brotes de primavera que florecen.
Son sueños que germinan imparables,
en esta tu nueva tierra fértil,
hombre de ojos claros y de mirada transparente.