Eduh Siqueiros

La excelsa pasión que nos envuelve

Mis manos en tu espalda marcan el fuego que eriza a tus sentidos y yergue en tu vientre esa sensación de arrebato como de mil crisálidas que se rompen y desde donde emergen las brillantes mariposas.

Refulgencia, luminiscencia, fluorescencia…, desde tu piel clara que contrasta con mi piel canela.

Adoro tu integridad, cada parte de tu cuerpo de mujer sublime: tu talle, tu pelvis, tus bustos, tu torso de Venus...; tu porte sensual.

Somos, tú y yo –fusionados-, unidad en plenitud; tú mi complemento perfecto, yo tu mitad precisa.

Tu suavidad dérmica exalta a mi alma, y me entrego a ti, fundiéndome en la hoguera de tu piel; me desintegro en ti, me consumes, me introduces en tu consistencia para dar vida a la ignición de la excelsa pasión que nos envuelve.

En nuestro paroxismo, entre sollozos delirantes degustamos de la delectación de las potencias imperecederas: el placer de las deidades.

Eres tú, prodigiosa mujer, toda tú: fontana del deleite paradisiaco, desde tus cabellos dóciles y tus labios traviesos y tus ojos seductores y tus pechos firmes y tu vientre suave y tus muslos cálidos y tus caderas prominentes; desde tu cuerpo unificado al mío, integración que nos permite levitar hasta tocar el cielo.