Hay un muerto en la calle,
hallaron tierra en su pecho;
le drenaron la sangre
hasta restar un cuerpo seco.
Hay un muerto en la calle,
murió con miel en la boca;
en sus ojos, dos cristales
transmutados en dos rocas.
Hay un muerto en la calle,
apuñalado con una flor;
sus pétalos de carne
yacen secos bajo el sol.
Hay un muerto en la calle;
en sus manos, dos violines
lloran notas musicales:
si menor y si la quise.
—Felicio Flores.