Al Duborg

Ella...

Del oasis al estío,

palmeras tomen la savia

 que les ofrece el rocío.

Él confía la esperanza,

para que inunden los ríos

y en el amor, de abundancia

colmen de luz lo sombrío.  

 

 

En horas de la madrugada, me la imaginaba meditando y quise escribir unas líneas dedicadas a esa mujer extraordinaria, a esa mujer como pocas y me atrevo a decir como ninguna. Ella es extraordinaria porque el mismo significado de la palabra la deja al descubierto, Ella se excluye de lo ordinario, de lo común… Ella es capaz de percibir lo que la mayoría ignoramos, lo que el vulgo no percibe y gracias a esa gran capacidad de sentir,  Ella tiene el poder y la magia de reconfortar al tomarnos un vaso de agua, al tomarnos una bocanada de aire…  o con darnos un simple abrazo, superfluo para el mundo, pero para Ella significa un gran sorbo de energía. Ella es capaz de convertir un ingenuo gesto en un delicado poema y una canción en la mejor melodía… Ella hace posible que nuestras manos escriban, lo que jamás imaginamos, nos permite plasmar palabras en un léxico hilvanado, trastocando la fibra más fina de la estesiología y  logra ordenar un caos simbólico que divaga en el “SER”, en un universo inspirado que consigue acoplar los astros a favor de la literatura. Ella descubre desiertos y los convierte en oasis, hidrata el alma de quienes puedan captar sus designios, en lo particular así la siento y así la imagino… ¿dónde encontrarla? le he preguntado a su luz y gentilmente ha respondido: peregrino, antes de responderte... debo darte algunos detalles. Ella tiene valor y mucho porque también nos enseña a comprender los sentimientos, porque a través de sus canciones ¡digo suyas porque son suyas…! Ella nos enseña a escuchar… lo que jamás quisimos escuchar, a interpretar lo sensible por encima de lo banal. Dicen que los ojos son las ventanas del alma,  y con sabia humildad Ella, se arrodilla para decirnos… que los oídos son los senderos,  y que sin esos senderos vivimos perdidos en el limbo y en sus tinieblas, porque Ella nos enseña a escuchar. Ella nos enseña con el tacto a diseñar un mural en la piel, a través del olfato puede dibujar un jardín con las flores más bellas, con el gusto puede en un tierno beso saborear los manjares más jugosos… y desde sus entrañas, puede compartir lo más somero a lo más complejo, desde un mendrugo y partirlo en mil pedazos y sin importarle al final, quedarse sin un trozo de fermento del horneado trigo a repartir todo el universo sin pretensiones por un mínimo puñado de polvo.

Ella despierta pasiones, es un volcán erótico, éter demoníaco que pasa del pensamiento a lava quemante en su infierno de lujuria... pero también puede ser tristeza y en ese devenir, puede marcar la diferencia porque su insaciable vocación es infinita. Aquí es, donde podrás encontrarla mi estimado peregrino… le di las gracias. ¡Fue un sueño del cual desperté…!  Luego me dispuse a escribir unos versos y dije, mejor le escribo a Ella… y en el transcurso de algunas figuras para mayor sorpresa, fui correspondido… su epístola hecha voz no tardó en tocar a mi puerta. ¡Ella me dijo al oído…! por ahora por favor te pido, no le escribas al amor porque es el último peldaño para llegar ni siquiera al Parnaso, es el último peldaño para llegar al Olimpo, si lo haces, escribirás cosas sin sentido y serás un charlatán en la demagogia perdido… de amor sólo escriben los poetas y discúlpame querido amigo, pero aún te falta mucho transitar en ese extenso pergamino, sigue la senda y no desmayes, si te caes levántate… que al final del horizonte encontrarás el camino. Con algo de temor, pero al mismo tiempo lleno de regocijo, pregunté por su nombre ¿cómo te llamas mujer? y con dulce voz me dijo, mi nombre es Poesía, si quieres saber más de mí, búscame…no será fácil encontrarme, vivo en un lugar bien escondido.