Harley Ezel

Se acabó la función

Se alista el trovador con su guitarra afinada,
afilando su voz entre el sonido enmudecido,
crea las letras que un día guardó en su corazón,
y en su maleta el pentagrama,
gastado en mil suspiros.

Va el trovador caballero,
con su elegante traje encantador,
su clavel en su mano derecha,
y su fijo andar lo lleva hacia las tablas.

Ya se abre el telón,
el público lo espera,
los aplausos lo reciben,
pero su voz trémula y triste,
entona el canto con vacío contenido,

y así es... vacío,
vacío como los asientos del teatro
en que se presenta,
pues ya hace tiempo,
su función acabó,
y en medio del polvo que azota su mente,
imagina aquel aplauso que premió su canto,
aquel que con lágrimas de risa
agradeció en el anochecer,
bailes, chistes de Vodevil, poetas
y el arlequín que corearon su trova,
solo quedan ahora en un viejo recuerdo,
pues desde hace mucho tiempo,
se acabó la función.