Esteban Mario Couceyro

Cada uno con su sombra

A través del vidrio, la ciudad late

con sus propias urgencias

personas y vehículos

mueven sus destinos.

 

En tanto una paloma

parada en la cornisa, mira

como un suicida inminente

que calcula el salto final.




Apuro el café

y cuidadosamente miro

por última vez

la ciudad... y mi destino.

 

Como esa paloma

parado en la cornisa

como un suicida

miro a la gente llevar sus vidas 

El vértigo, invade mi razón

y me aferro al espanto

a la fuerza de vivir

a esa paloma, que regresa.

 

A mi lado, me mira

y los dos miramos

a la gente, abajo

cada una con su sombra.