Jesús Oscar Ugalde

Lucilia

Lucilia abandona el capullo y mira el mundo: es lento

Vuela y se posa, temeraria en el putrefacto manjar

y se regocija en la espesura de su travesía,

días como años,

la vida y la muerte le dan contrariedad.

 

Mundo pequeño, vuelo sostenido de alas transparentes,

color metálico y ojos por multitudes asume el rol de mal agüero,

como distinguido combatiente.

 

Murió una criatura,

grita con aromas su destino,

de inmediato arriba Lucilia y por cientos,

sus enjambres verdes van a celebrar el banquete,

vivir en la abundancia y descansar,

alimentar el suelo estéril y cerrar la ventana.

 

La hoz, siega y persiste,

puede siempre brindar sustento de la consunción;

está aquí, no se mueve,

espera labradora del aire

para alimentar a Lucilia.