Fernández

Brisa

Esperé este mes, esperaba abril, para desvanecerme entre los besos que sólo el polvo pudo ofrecer, y borrar el rastro que dejó aquel sol que de vacaciones se fue.

Dejé el lugar de nacido, elevé mi destino muy alto para luego golpear el suelo por el impulso del viento. Mientras todos se escondían de mis leves caricias, sólo quería lavar las heridas que se habían ocultado en tu piel.

Viajé como un desconocido para quienes ya me esperaban, extienden sus copas las acacias que festejan al verme llegar en las nubes contrarias, y quise llegar también a tu casa, porque ahí habitan las plantas, las flores que esperan con ansias, para saciar la sed que provoca el cielo azul de verano.