Denise Sotelo

Huyendo

Que no me alcance la incertidumbre

de un viejo y agobiante árbol,

que corre detrás del deslumbre

y melancólico bosque,

que suena sobre las sombras

y las lluvias de invierno,

pacto entre la alfombra

roja y el moderno tiempo.

 

Que no se inmute el dicterio

de la nada y la ráfaga del silbido,

como un cohibido alarido

de metal e influencia, sosteniéndonos

a pesar del griterio

del latir de la conciencia.

 

Que no se tarde en cerrar

la grieta de la lógica vomitando

invenciones perennes,

y la banalidad erradicando toda insistencia

al pretexto de la embriaguez.

 

Como la agonía de un calor

que se regocija en el frenesí del pudor

y burlándose del silencio por recibir

a mil desiertos.