Poema inspirado en un cuento de Silvina Ocampo .
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De azúcar fue el hogar que descubrimos,
blancas fueron también nuestras pisadas,
tan blancas e inocentes, que no vimos
ocultas las malditas y olvidadas
sombras del desamor. Y sucumbimos
al odio y al rencor de horas pasadas,
al revivir la historia conseguimos
dejar nuestras promesas mutiladas.
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No sé quién pintaría nuestra casa
de blanco, desde luego, fue un error,
pues es frío y ajado su interior.
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A veces el silencio me traspasa
como un puñal, llenando de dolor
cada dulce rincón de aquel amor.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.