Raiza N. Jiménez E.

¿Cuál Pobreza?

Sí, ando  rezando día y noche

y hago de mi corazón un altar;

deseo a los guerreros, honrar.

Ellos no merecen un reproche.

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Ya me he olvidado de cantar;

voy errante, sin mirar al cielo,

mis lágrimas se tornaron hielo

 y, mis ojos, no cesan de llorar.

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Ya no existe el verbo consolar.

Las masas de su suelo se alejan,

los diputados con dinero festejan

y, el pobre, a su cría va a enterrar.

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Acerco mi mirada al que sufre

y veo almas teñidas de opacidad.

¡Es que se ha muerto la bondad!

Me grita uno que huele a azufre.

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Me desvanezco sobre mi alma.                            

En mi tierra no existe el milagro.

Todos en blasfemia piden calma

y ante este mal, mi alma consagro.

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¡Hoy los míos pidiendo van la rendición;

los miro atenta y, les doy mi bendición!

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 Nota: Imagen: \'\'Cena del éxodo\'\' César Rengifo.