Jiber Ramos

Un grito que no deja eco

La vida recorre la sala de prostíbulos, escuelas, oficinas, Iglesias.

¿No es lo más común en estos tiempos? ¿La vida?

Entra la noche como un vértigo por la ciudad depravada,

actitudes lascivas mordisquean los bizantinos ojos cristalinos.

Llega la noche como un grito que no deja eco en un cuarto sin muebles y extiende su tumbo.
Laten los corazones con espanto
Entre los cuerpos que se aman,
En la tinta del poeta.

¡Sí! ¡La vida! Esa que viene y va, siempre tan lineal, fulgurosa y llena de sinsentido