Pamela Viera

Sumergida

Una vez más me encuentro sumergida en este mar. Tan claro y asombroso; cuál sueño hablo. La realidad es otra. Procuro salir, más las olas me lo impiden; olas grandes y autoritarias que buscan confundir al más sabio. Mi error es este, pensar que lo profundo no mata, no daña, que la belleza de lo incógnito es mucho más que solo eso, solo belleza. La belleza acaba, por una u otra razón; pero acaba siempre. Pero hermosos son los ojos y noble alma, que centran su curiosidad en algo más puro, más cálido, más bello; algo que no todos pueden disfrutar, pero que anhelan. Una vez más estoy al fondo, el agua calla mi suplica. ¿Hasta cuando estaré así?

Pero, hay algo o alguien que llama mi atención, y con ello, un atisbo de luz en lo profundo. A mi rescate vino, conmigo se sumergió; casi pierde la lucha, más su luz abrió el camino... Me rescató. Me dio vida. Hoy puedo ya decir, ya no extraño esas aguas; lo dócil que son sin mí ahora me afligen. Me angustia que el bramido haya quedado obsoleto. Pero, mi paz y la de ello me calma y me bendice. Ahora la calma ha mostrado que la belleza es superficial, que solamente es apreciada por ojos finos; en este irónico mundo.