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CARTA AL AMOR PERDIDO

Nos  conocimos

en la estación de nuestros sueños aislados,

nos vimos con ojos asombrados,

como descubriendo un mundo ausente

de los libros de escuela,

lejos de la geografía de los humanos,

entre los colores del cerezo.

 

Tomamos nuestras manos

inventando una frase a manera de canción;

y sabes una cosa?

Yo aún la recuerdo al igual que las noches

donde solo cabían nuestras palabras,

las mismas que te convirtieron en la mujer amada,

sin escenas repetidas, ni rutinas de alfombras.

 

Nos conocimos, en el anhelo de dos almas

que esperaban el tren a un mismo destino,

con las mismas alas desplegadas sin miedo,

bañados con la misma gota de rocío

que simulan mis lágrimas

al escribir tanta vida desbordada

y perdida entre la confusión de la locura.

 

Hoy, ajeno de tus brazos,

lejano de tu piel

y aun cercano en tus sueños,

me golpea la marea de la melancolía

y me lleva como a un niño de la mano

a recorrer los rincones desabrigados

de lo que fue el ayer en tu mirada.

 

Hoy, después de tantas noches,

de tanta reflexión en desventura,

me pregunto el por qué sucumbimos ante las voces

que asesinan amores y esperanzas,

quemando nuestras naves en la arena,

donde aún palpitan los inviernos

en un vago atardecer de aromas y claveles.

 

Hoy, estrecho mi silencio entre el bolsillo,

y camino breve, sin las cosas comunes agobiándome,

buscando una salida sin retorno,

a horadar el destino que se aleja acostumbrándome

al solitario abrigo donde asesino al frío,

y me enfilo por una callejuela abandonada

a esperar con retraso al tren de última hora.

 

De pronto, te veo otra vez en la misma estación,

esperando al mismo tren de la nostalgia

donde viajan ahora nuestros sueños;

pero estás del otro lado del andén,

mientras pienso un poema que ya no será nuestro

pero hablará de ti y de mí, de lo que aun sentimos,

como un deseo extraño que no encuentra el final.