Emilio Cabuyales

Una mañana, común como cualquiera.

Una mañana, común como cualquiera,

un instante luego de despertar,

me cubrieron los rayos del sol

que atravesaron mi ventana.

 

En esa mañana todo estuvo bien,

mis mejillas se levantaban al recordarte.

 

Era suficiente una sonrisa en la mañana

para saber que me acompañaste en la noche,

dando vueltas por mi mente,

tan ausente entre mis sabanas,

pero tan cerca en mi soñar

que te sentía conmigo,

mas no junto a mí.

 

Dentro de mí,

al igual que cada instante del día,

te apoderabas de mis pensamientos y mi corazón,

Y tú,  siendo la dueña,

no te separabas ni un instante.