Alejandro José Diaz Valero

La siembra fallida (Cuento)

Quien convence, es quién vence.  (Alejandro Díaz)



En un bosque de un país llamado Granulancia ocurrió  esta historia.

Todo ocurrió en una mañana primaveral cuando los pájaros y los insectos salieron a buscar sus granos y a merodear entre árboles y flores.

Cada uno estaba afanosamente realizando su actividad, cuando de pronto llegó el gorgojo.

-          Hola a todos. Estimados compañeros , en vista de que he sido elegido como representante de este bosque,  he tenido que hacer algunos ajustes en las normas de conducta de cada uno de nosotros para que podamos vivir mejor.

-          Explíquese, señor gorgojo, preguntó el canario.

-          Pues bien, todos saben que cada día es más difícil conseguir alimento, porque desde hace muchos años nos hemos dedicado a recoger semillas y granos para nuestra alimentación, pero nunca nos hemos preocupado por sembrar… Sólo cosechar, sin sembrar… ¿Quién ha visto eso?

-          Los hombres son los que siembran, ellos saben como hacerlo, nosotros sólo tomamos parte de esa cosecha, contestó una hormiga

-          Allí precisamente es que radica el problema, contestó muy serio el gorgojo, con las voz un poco áspera de  tanto gritar y la frente sudorosa del nerviosismo que empezaba a notársele en su mirada; y continuó: Amigos debemos ayudar a los humanos en su trabajo de siembra…Es decir debemos sembrar nuestros propios granos y no depender de que otros siembren para poder cosechar y guardar alimento.

-          Está bien, está bien, gritaban los insectos y las aves, que bueno señor gorgojo que usted haya pensado en eso.

-          Comenzaremos mañana mismo, agregó de inmediato el gorgojo, antes de que la concurrencia se arrepintiera de la aceptación pública que habían dado a su propuesta

 

Así que a la mañana siguiente cada especie, tomó parte de los granos que tenían almacenados para su alimentación y salieron al bosque a sembrarlos, para cumplir con las nuevas medidas impuestas por el gobernante y trabajar duramente con la esperanza de hacerse independientes en el sustento alimentario de sus respectivas especies.

 

-          Pasados algunos meses, se escuchó una voz: Hola, buenos días, es tiempo de cosecha señores, es tiempo de cosecha, gritaba a todo pulmón el entusiasta gorgojo, deben llevar una parte a su madriguera, entregarme una poción a mí, y volver a sembrar el resto, para repetir el ciclo.

 

Cada pájaro y cada insecto hacía lo indicado, recogían alegres sus granos multiplicados por la germinación, pagaban sus tributos y sembraban nuevamente.

 

Sólo las hormigas venían molestas  y con mucha rabia decidieron enfrentar al gorgojo, para reclamarle las pérdidas que habían tenido, pues ningunos de sus granos habían germinado y habían perdido todos sus granos de reservas y no tenían granos para alimentarse, ni para pagar los tributos y muchos menos para volver a sembrar.

 

Entonces el gorgojo salió a su encuentro y les dijo: Algo hicieron mal, no supieron sembrar, lo hicieron de mala gana o sencillamente no supieron escoger la tierra fértil para lograr la germinación de sus granos. A ver que fue lo que sembraron??

 

Y  todas las hormigas unidas y rabiosas dijeron en un solo grito: “Sembramos  granos de azúcar,  y podemos asegurarle que hicimos bien nuestro trabajo,  sin embargo ninguno de nuestros granos germinaron”.

 

El gorgojo entendió la situación y efectuó una modificación a las leyes del bosque en Granulancia, realizando una excepción a la norma, indicando que todos los animales debían sembrar sus granos, a excepción de las hormigas, quienes a partir de ese día se les veía todo el día  llevando granos a sus madrigueras sin preocuparse por sembrar ni cosechar.