Anton C. Faya

𝗟 𝗟 𝗔 𝗠 𝗔 𝗗 𝗔 . . .

𝗟 𝗟 𝗔 𝗠 𝗔 𝗗 𝗔 . . .

Un bebe llora
Y la tierra se transforma en interrogante.
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¿Habrá comido, tendrán comida?
Inocentes y culpables bailan en el filo de una misma cucharada de sopa.
Los adoradores de cometas, impolutos livianitos indecentes, miran hacia las coordenadas de sus ombligos.
El ojo se combate es sus intestinos sin encontrar causa y perdón.
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¿Será cuidado, será amado?
Y se rompe el aire atado a los espacios de la desolación.
El afecto es allí un jeroglífico quemado del que no queda ceniza.
El corazón, una melodía muda de pájaros que no trinan, una sordera de alma que inunda el zaguán de la concordia.
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¿Alguien lo ha oído, lo han consolado?
Y los brazos son oscuridad, templos huecos de amar, pasiones tendidas.
El comité del parpadeo atados a su ley de manotazos de imagen.
La conciencia no transpira, cubre su mesa con ajo de mansa hipócrita aceptación.
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Un bebe llora
y reclama amor...
La llamada mas pura, honesta y absoluta en este mundo de hombre desterrado de humanos.

Anton