María Elena

PRISIONERA

Me consume el dolor de no saber quién soy.

La soledad rasga mis carnes cual cuchilla,

y hace poner a mis esfuerzos de rodilla

mientras mi mente se pregunta a dónde voy.

 

No saldré de aquí, no importa lo que hagas;

estoy cautiva entre neuronas displicentes,

que al momento de dañar son complacientes

y se encarnan, incisivas, como daga.

 

Mil disparos de luna en mi cabeza,

y mil llantos nocturnos que presionan,

pesadillas insomnes que ambicionan

ajustar mis pensamientos con dureza.

 

Arrumbada en un sillón mato la noche

mientras se escurre por mis ojos la tristeza,

y se agota la esperanza con crudeza

Invocando que el amor la desabroche.

 

Cada paso dado es un minuto menos

que se multiplican cuando los recuento,

ya no es mío el presente, ni el momento

en que mi sueño se transformó en desenfreno.

 

No hay palabra por decir que me contengan,

no hay momentos por vivir que satisfagan

a las células  que de odio, hoy, se embriagan

y no les interesa ya que las detengan,

 

La muerte es la opción más conveniente,

tendré en mis manos la decisión eterna,

ya no es rencor lo que me gobierna,

es sólo la prisión que hay en mi mente.