Augusto Fleid

Lobo

Te ame entre las páginas húmedas

De un librero,  deje liberar de tu cansado 

Aliento un enjambre de orgasmos. 

 

Desarme cada parte de tus átomos hasta llegar 

Al éxtasis,  bebí del elixir de tus labios. 

Dejé en libertad mi pasión 

Dejé sin compasión tu pellejo lleno

Con besos trazando el estrecho de tu pecho. 

Miro al techo y me deshecho

En esta habitación que hicimos nuestro

Lecho voy a los hechos de un amor 

Que germino entré unos pocos escombros

En ellos se escondía una delicada rosa

La cual hice de ella mi musa. 

 

Deje reclusa en mi persiana 

Deje que te posarás como mariposa

Al son de luminosos rastros

Que dejaban los astros.

Logre encontrar en la oscuridad diamantes 

Brillantes en tus ojos.

 

Por eso entre estos despojos

Escribo con el orgullo roto

Con tantas ilusiones deshechas...

 

Una vez que te marchaste 

En tu cara no dejaste

Ningún rastro de tristeza,

Aún que te diré con certeza

Que al mirar tu sombra te delataba

Tras el velo lágrimas recorrían sus pálidas mejillas. 

Tras las rendijas

Trataba en ese entonces  

Asimilar la tristeza que recorría el alma.

 

Buscaba razones... no había ningún motivo

Por el cual quedarse.

Anidaba una razón en algún lado?

Pero quede como un fulano

Y como una estatua miré el suelo

Mientras te escapas juntó las últimas

Capas de luz del atardecer.

 

Traté de decir algo, pero no me  salió nada.

Dejé que pasará, así como cuando sientes

Que es tarde sólo hay que asimilarlo.

Aceptarlo de algún modo.

 

Quería detenerte pero mis pies se aferraron

Al lodo del piso. Ni siquiera encontré una razón para que no te vayas y al igual que un lobo te lloro por las noches de luna ausente.