Fue en aquella mañana
De cálido verano,
Mis ojos tropezaron
Con el ritmo acompasado
Del vaivén de tus caderas.
Tu sinuoso vestido
En simetría perfecta,
Permitía imaginar
Con todos los sentidos
Que no eras del planeta.
Mi rostro enajenado
Se movía al compás,
Cual badajo tempranero
De campanario de pueblo,
Y ya no tuve paz.
Y me volví tu sombra,
Acompañé tus pasos,
Te susurré palabras,
Te confesé amores
Y te ofrecí mis brazos.
Y tuve la fortuna
De conquistar tu alma,
Te asiste de mi mano,
Las pieles fueron una
En tu espaciosa cama.
Hoy puedo presumirte,
El tibio sol envuelve
El mutuo caminar
Y el público besar
Pero la intimidad se pierde.
Ese momento excluye
Toda mirada humana,
A nosotros pertenece,
En cúmulo de besos
Las ansias se derraman.
Hoy, felizmente poseo
Desnudas tus caderas,
Tu cuerpo y tu alma bella
Y nos pertenecemos
Por una vida entera...
( VOZ DE TRUENO)
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