El Peregrino Azul

MAESTRO

Nuestra misión se hace eterna
la llevamos en el alma,
con voz, con ejemplo y calma
somos aquella linterna,
que con vocación paterna;
siempre andamos explicando
tantos por qué y tantos cuando,
ayudando a ver el mundo
con el amor más profundo
y a nuevos hombres formando.

Damos nuestra juventud,
nuestra tranquilidad y vida;
profesión incomprendida
pero de enorme virtud
aunque no haya gratitud,
la vocación nos consuela,
y es a ella que se apela
para enseñar, para amar,
entender e interpretar
lo que la vida revela.

Es tanto lo que se hace
y más queda por hacer,
pues este noble deber
requiere un fuerte acorace,
planear, preparar clase,
asistir a reuniones,
sacar calificaciones,
se médico y enfermero
trasnochar, ser consejero
y experto en orientaciones.

Aunque hace falta el dinero,
más mueve la vocación,
el amor, la devoción
de ser de Cristo su obrero.
Soy docente consejero,
sufro si algún estudiante,
no está saliendo adelante,
porque mi deseo mayor
es que él sea el mejor,
emprendedor y aspirante.

Esta profesión extraña
también es gratificante,
compleja y apasionante
y aunque me cause migraña
me dignifica y amaña.
Me llena este oficio nuestro
por el que gusto demuestro
que si volviera a nacer
y me dieran a escoger
volvería a ser ¡MAESTRO!

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