Ma. Gloria Carreón Zapata.

LA DESPEDIDA.

 

 

 

 

 

El viento sollozaba en el crepúsculo matutino, era la fecha, aquel ocho de marzo en que el destino me arrancaba de su lado. No encontraba el modo de remediar nuestra separación corporal,  por un lado mi pagaré al destino y por otra mi felicidad. Mi alma se encontraba ausente y yo, caminaba como suspendida de la nada aferrada a su amor, él, comprendiendo mi posición; me dijo adiós  y en sus ojos vi reflejada la tristeza. La desesperación pintó de luto con disimulo aquella aurora, en que ni las aves compungidas nos quisieron regalar su melodioso canto, más solo parloteaban en protesta.

 

\"Que no muera el amor\"

Preparé mi maleta queriendo ocultar mi pesadumbre fui doblando uno a uno mis anhelos.  Y la esperanza la puse sin doblar en el puño de mi mano; en lo que él se paseaba de un lado a otro, desesperado, sin saber que hacer y yo sin que se diera cuenta, para no hacer más difícil nuestra despedida, ahogué mis gemidos que como plétora convulsionada inundaron mi rostro. Aquel viaje sin retorno aniquiló mi alma por completo, las luces de los postes titilaban al compás de mi llanto, fue tan difícil aquel adíos que aún al estar escribiendo esta remembranza los sollozos no me dejan continuar.

 

Solo les diré que aquella noche oscureció la ilusión de tanto anhelo, sentí el placer del dolor penetrar hasta lo más profundo de mis entrañas. Atrás quedaba el proyecto sin terminar, asimismo, sepultada mi alma degollada.

 

Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.

Imagen tomada de Google.