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Fuimos uno...

Fue una noche apasionada…

que empezó precipitada en tu mirada.

Un chispazo encendió todo a su paso,

incendio las emociones,

prendió fuego a las pasiones.

Todo fue tan de repente…

inesperadamente.

La explosión inconsecuente de estas ganas insensatas.

Los deseos reprimidos esquivaron la cordura,

evadieron la prudencia,

se dejaron convencer del entusiasmo,

y jamás se arrepintieron del momento compartido.

Esas ganas impulsivas

se llenaron de apetitos impetuosos,

desbordantes e impacientes.

Se colmaron de arrebatos excitados y nerviosos.

Frenesí que se derrama sobre el lecho inmaculado.

Blancas sábanas de seda relajadas.

Una hoguera acalorada que provoca los instintos.

Vino tinto que estimula el escenario.

La luz tenue que acaricia tu perfil casi desnudo,

se confunde con tu aliento acelerado.

Me dan ganas de explorar por tus senderos.

Los caminos de tu piel me han embrujado.

Tus latidos van al ritmo de los míos

en completa sincronía.

Mis impulsos se agitaron muy a prisa,

y los tuyos se erizaron al fragor de las caricias.

La pasión de los dos se hizo una.

No me pude resistir a tu hermosura,

y caí así servil en el vaivén de tus caderas.

Fue una noche apasionada…

que empezó precipitada en tu mirada,

y terminó en total agotamiento,

con mi mano entrelazada de la tuya.

Sometidos a un suspiro enamorado…

ahí quedamos…

fusionados…

fuimos uno.