Te vas de pronto hasta los confines,
lúcidamente recorriendo el firmamento,
que quedando tú fuera de mi alcance,
se me congela la piel y el pensamiento
y se me explota el alma y me duele el aliento.
Entre lúgubres nubarrones escondiste tu voz
concluyendo nuestro idilio sin comienzo,
y vuelvo a reconstruir tu dicción y mi llanto
derrama un torrente incontenible de lágrimas
que los poblados han quedado totalmente inundados...