Con tu linda sonrisa, tu lograste perderme,
conquistando de mi alma lo mejor que tenía;
y se fue revolviendo, tu pasión con la mía,
hilvanando un romance que logró detenerme.
Inconsciente o consciente, te dejé convencerme,
y suspira mi pecho, con un haz de alegría,
transcurriendo mis horas en divina armonía;
contemplando tu rostro sin poder contenerme.
Los cocuyos alumbran, por la noche mi estancia,
celebrando el encuentro, de tu amor con el mío;
y las rosas exhalan su mas dulce fragancia,
al llegar la mañana, con su fresco rocío;
y se escuchan trompetas, que con gran rimbombancia;
a los vientos proclaman, de ilusión su albedrío.
Autor: Aníbal Rodríguez.