Danny McGee

NUESTRO AMOR EN CARTAGENA.

NUESTRO AMOR EN CARTAGENA.

Camino al paraíso, en las siempre celestes playas de Cartagena, quedó un amor escrito de dos almas sempiternas.
Nuestras almas, las más enamoradas del paso al paraíso, bordaban las palabras sobre el viento y el silbido.
A nosotros, nos hallaba el terso hechizo de las rimas azuladas: las del arte y el zafiro yendo siempre a las palabras.
Cartagena (nuestra playa y nuestra magia), era Atlántico a la arena, igual como una barca en el gris de una botella.
Amada mía, a tu beso iba mi barca sin medir clima ni tiempo, como olas en la playa que combaten los silencios.
Nuestras almas, las enormes, las secretas, de este paso al paraíso, daban luz a Cartagena como en noches de navíos.
Del amor fuimos amantes, de la tarde a la mañana, dos palabras, una frase
y una estela que entre olas queda siempre iluminada.
Amada. Es que todo nuestro amor cabía en una botella: una perla, un tesoro para dos y un libre sentimiento que alza copa y pronto vuela.
Y así, en la inmensidad de las aguas, se anudaron nuestros nombres, en la botella descorchada que hoy va alzada al horizonte.