Lissi

Tres Hermanitos (1a. parte)

Voy caminando de la mano de mis recuerdos,

éstos me llevan a un paraje en la infancia:

Tres hermanitos nos dirigíamos a visitar al abuelo

al otro lado del río. 

Bajo el ardiente sol, ataviados con sombrero y pañuelos

mamá nos acompañaba,

mientras nuestros pasos sobre la arena

huellas chiquitas dejaban

-por aquí pasaremos al regreso, decíamos-.

 

Mirando el entorno con árboles propios de la zona (semiárida),  llenos de pájaros que llenaban nuestros sorprendidos ojos, la caminata se hacía más corta y el sol menos caliente.  Pensando que jugaríamos entre la arboleda, escondiéndonos en los matorrales o meciéndonos en las hamacas de aquella vieja casa que guardaba quizá secretos, o los imaginábamos porque habían cuartos obscuros donde guardaban todos los aperos de la actividad de la ranchería.

 

Al llegar al ancho río, abundante y hondo corriendo alegre, la vieja canoa (góndola) nos esperaba.  Navegábamos algunos minutos, que nos parecían cortos y tratábamos de alargar la distancia para alcanzar la otra orilla, pidiéndole una vuelta más al canoguero (gondolero) para disfrutar del agua sobre nuestras manos.  La caminata continuaba y allá a lo lejos en la casa de adobe y tejas enmohecidas nos esperaba el abuelo con la leche y el queso que deliciosamente se producía en aquel agreste suelo.  Nuestros  oídos retornaban llenos de singulares sonidos de la naturaleza, entre frutales, paisajes y cultivos.

 

NATURALEZA

EN LOS OJOS DE NIÑO

SIEMBRA VALORES.