R. Gruger

SOLO ERA UNA MADRE

Sólo era una madre,

una madre triste como otra cualquiera

de las tantas madres que pueblan la tierra,

de las que recuerdan las tardes lluviosas,

esas tarde grises

donde el cisne canta su final poema...

Ella era una madre como otra cualquiera.

 

Podía ser su cuerpo informe o agraciado

talvez de tez blanca o quizás morena,

sus ojos, quien sabe?, castaños o azules

de encrespado pelo, o lacios cabellos...

Ella era una madre,

una madre triste como otra cualquiera

de las tantas madres que pueblan la tierra.

 

Un único hijo le robaba el alma;

por ese muchacho se alejó del mundo,

se olvidó mil veces de las cosas buenas

y apuró la copa de la inexistencia...

Un hijo ayer niño, hoy mozo de escuela,

de esos que en los libros tesoros encuentran

los que a su madre por madre veneran...

Sólo era una madre,

una madre triste como otra cualquiera

de las tantas madres que pueblan la tierra.

 

Convulsa la historia su ritmo acelera

despertar de siglos cual ciclón resuena.

El pobre reclama el rico desprecia,

y fuerzas malignas sus furias liberan...

La muerte se ensaña,

el luto penetra en hogares pobres,

penetra en la escuela.

Y caen destrozados imberbes mancebos

bajo la metralla de la soldadezca...

 

Tu estabas orando aquella mañana

de presentimientos,

de presagios llena,

musitando frases talvez sin sentido...

y un fragor lejano suspenso te deja.

Allá en tus entraña mil balas razgaron

mil gritos se oyeron. 

Y un pedazo tuyo

caliente cual fuego salió de tu seno.

Sin saber lloraste sin dolor ni llanto.

Y un débil gemido salió de tu pecho...

pues allá se esparce en el polvo incierto

teñido de rojo, un cuerpo sin vida,

un hijo, tu hijo, el hijo de todas,

de todas las madres que ven un desfile

de muertos que claman

de hijos que  que miran con rostros hundidos

y cuyo pecado es ser sólo hijos.

Hijos de la patria

hijos de mil madre, de ojos sin brillo,

de escuálidos pechos, 

sin dolor ni llanto.

...Madres de mil hijos...

 

Tirado un cadáver

al lado unos libros.

La furia se calma, la sangre ha corrido,

sangre de mancebos

sangre de promesas

de madres que hoy lloran su terrible sino.

 

El mundo prosigue su inmutable ritmo,

el pobre más pobre, el rico más rico...

... y una madre seca, de escuálido pecho

mirando lejana con ojos sin brillo;

una de esas madres que se dan entera

como cualquier madre por amor al hijo.

Tejiendo esperanzas,

esperanzas truncas

por los avatares de un fatal destino.

 

Sólo era una madre,

una madre triste como otra cualquiera

de las tantas madres que pueblan la tierra,

de las que recuerdan las tardes lluviosas,

esas tardes grises

donde el sauce entona su llorosa endecha...

Sólo era una madre como otra cualquiera.

 

R. Gruger / Mayo 1970