Alfredo Saez

-Perdieron los dos-

 

 

El viejo pordiosero allí…

tembleque la flaca mano nervuda;

la mía, gorda y vacìa, se replegó

que miserias iguales  repelen.

Expulsos los dos del ritmo axial

por el infortunio refractario

en sendas formas distintas, 

ciegos  efectos de turbios azares.

Uno exhalaba etílicos gases febriles,

el otro brújula sin magnetismo

por  el esquivo camino extraviado

de un doble sendero de palmas.

¿Cuál es el secreto premial de la felicidad

si el ruin desarraigo vital  es tan selectivo,

elusivo de fortuitas virtudes sin limosnas

y donosas fortunas sin nobles fatigas?