Silvestr

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Oh luna, tus hijas son bellas, oh sol, tú hijo las ama a todas, ¡Cómo, es posible! Oh universo, lo veo en su hipnótica y contemplativa pupila, oh nada, Adán dejó su legado enamorado, ¿Cómo es, posible? La miel, las frutas, los cereales y la vía láctea, lo creaste en mi opuesto y es lo que desayuna antes de desayunar. Con cuidado, advierte que sí no las ama como debería... ¡La piel, su vestido blanco, su rebeldía y pulso, jamás eran del hombre!